En una boda minimalista existe la ley del menos es más, en donde lo esencial cobra una gran fuerza y protagonismo. Se trata por un estilo que aboga por la sencillez y la efectividad, en donde los detalles cobran mucha fuerza.
En una boda minimalista la papelería suele ser de tipo liso, sin adornos o florituras, con una tipografía recta y limpia en donde predomine el color blanco, arena o algún otro muy suave. Incluso podemos poner nuestras iniciales en lugar de los nombre para simplificar más los detalles.
El lugar donde celebrar una boda minimalista es muy importante, este tipo de decoración queda realzada en espacios amplios y de carácter modernos, cuanto menos florituras y estilo rústico mejor.
La decoración minimalista para bodas es muy recomendable si hemos escogido lugares pequeños o íntimos, al resultar sobria y elegante hace que los espacios parezcan más amplios.
Deben de seguir la misma dinámica de pulcritud y sencillez, la información debe de ser lo más escueta posible, con pocos colores y a ser posible que predomine el uso de las mayúsculas.
A la hora de utilizar fotografías también debemos de seguir respetando la misma estética, sirviéndonos del dominio de los colores, enfoques y las líneas para obtener un aspecto casi propio del séptimo arte.
La novia en una boda minimalista también debe de abogar por la sencillez. Utilizar vestidos de líneas claras y tejidos como la seda o la gasa sin muchos adornos es lo ideal.
El maquillaje y el peinado también debe de ser muy sutil, siempre claro está buscando los puntos a destacar de la novia. Para el peinado más de lo mismo, evitar los bucles o tocados es lo mejor que podemos hacer para dar paso al pelo suelto o a un sencillo moño.